miércoles, 16 de noviembre de 2011

El elogio a la asquerosidad en todas sus manifestaciones: Pink Flamingos

Mis estimados Alaska y Mario (pero sobretodo Alaska) tienen una devoción especial por el universo del director Norteamericano John Waters, y concretamente por su actor fetiche, la travesti Divine, que Alaska lleva tatuada en un brazo.


Dentro de su adoración por el mundo trash de este director, se suele destacar por encima de todo Pink Flamingos, una película del año 76 cuyo objetivo es básicamente escandalizar y, en ciertos momentos, provocar la arcada. Os explico un poco de que va y así me entenderéis mejor:

La peli está protagonizada por dos familias: la de Divine, que vive con ella en una caravana, escondiéndose de la prensa que la ha nombrado la persona más inmunda del mundo. Junto a Divine vive su madre, obesa y recluida en una cuna, obsesionada por comer huevos, su hijo, un pervertido aficionado a la zoofilia, y una compañera de viaje. Todos ellos bastante perturbados. Por otra parte encontramos a una pareja cuyo objetivo en la vida es quitarle el título de persona inmunda a Divine, cueste lo que cueste, mientras regentan un negocio muy “peculiar” que consiste en secuestrar a jovencitas, violarlas, dejarlas embarazadas y vender los bebés a parejas de lesbianas. Como podéis ver, todo muy dentro de la normalidad.

Así pues, vistas las dos familias, vemos como las dos historias se van desarrollando paralelamente: por una parte Divine y su familia hacen su vida con tranquilidad (lo cual implica, entre otras lindezas, el robo, asesinato, canibalismo, zoofilia,...), mientras que sus enemigos continúan con su trabajo mientras planean como destruir a Divine (con consecuencias no menos repugnantes que las de la otra familia). En definitiva, una soberana marranada.

El argumento en sí, es tan absurdo que casi roza la magnificencia (paradojas de la vida) y creo que algunos personajes están muy logrados, y sobretodo, consigue provocar arcadas, cosa que sin duda perseguía el director cuando se decidió a rodar esta historia. No puedo destacar una sola escena, porque todo lo que os he explicado hasta ahora (y más) se muestra de una manera demasiado explícita, por lo que podéis pasar un “buen” rato viendo un gran montón de mierda. Y si no me creéis, ved la antológica escena final, en la que, porque sí, nuestra protagonista se come una mierda de perro (sin efectos especiales).

Entretenidamente repugnante.

2 comentarios:

Sidhe dijo...

Recuerdo que la primera vez que la vi, con aquella señora zapando huevos en un parque para críos me dejó flasheada. Y el final, claro.

Tengo ganas de que vuelva el John Waters de antes, saludos!

Soyyoeldani dijo...

La verdad es que esa señora, pese a no ser lo más escatológico de la cinta, se lleva la palma... a mi también me chocó mucho!

Y por lo que he podido investigar, ahora Waters está de gira de conferencias y tal, pero de momento no se si tiene pensado volver "a lo grande"

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