Desde hace unos meses llevo sintiendo una sensación de pesadumbre sobre mis espaldas acrecentada por continuas decepciones en mi quehacer diario. Enumerar esas decepciones me llevaría no horas, sino días, así que me es más fácil empezar la lista por las cosas que aún mantienen mi entrega y fidelidad absolutas.
Una de esas cosas es el Cola-Cao. Por muchos portentosos instrumentos que hayan sacado al mercado para acelerar la disolución de los polvitos de chocolate en la leche (Turbo Cao, Baticao, Navecao...), se siguen formando pequeños grumitos y a mí siempre me han gustado los grumitos.
Una de esas cosas es el Cola-Cao. Por muchos portentosos instrumentos que hayan sacado al mercado para acelerar la disolución de los polvitos de chocolate en la leche (Turbo Cao, Baticao, Navecao...), se siguen formando pequeños grumitos y a mí siempre me han gustado los grumitos.
De hecho, de entre los 6.706.479.514 humanos que pueblan el Planeta Tierra, yo soy un grumito.
Los grumitos no somos diferentes en apariencia al resto de los otros seres ‘normales’, pero tenemos algunas particularidades que, a distancias cortas, dejan aflorar diferencias internas.
Como es la primera vez que escribo en este blog sobre cine, que mejor manera de presentarme que hablando de mis diferencias cinéfilas.
Siempre me he declarado cinéfila. Descubrí que lo era cuando, en el verano de mis quince años me compré una revista de cine para pasar las horas muertas del largo trayecto en coche hacia un destino que no recuerdo. La revista en cuestión era Fotogramas, una ventada de papel cuché al mundo del cine nacional, internacional, pasado, presente y futuro. De repente sentí un hambre cinematográfico por ver todas esas películas de las que se hablaban en la revista. De ver esas, y todas las que se hubieran rodado antes.
Desde entonces, ir al cine con mis amigos me resultaba aburridísimo: Parque Jurásico, Cheque en blanco, Solo en casa, Solo tú,...
Para apagar mi sed de buenas películas me hice socia de un videoclub, y con la llegada del canal de pago Canal +, acabé por hacer mías muchas de las películas de difícil acceso en aquellos momentos (cabe decir que no pisé Barcelona hasta los 18 años, así que mi cinefilia se limitaba a la programación de los cines de barrio de Badalona y Calella de Mar, en mis estancias estivales).
Con los años, y como pasa en todos los ámbitos de la vida, cuanta más grande es la experiencia más fácil le resulta a uno definirse, posicionarse y adoptar decisiones.
Sigo sin olvidarme que esto es un blog de cine, y como este también es un ámbito de la vida, me posiciono.
Ayer, y después de intentarlo semanas antes (básicamente intentaba que alguno de mis amigos quisiera acompañarme), vi Rebobine, por favor.
Como es la primera vez que escribo en este blog sobre cine, que mejor manera de presentarme que hablando de mis diferencias cinéfilas.
Siempre me he declarado cinéfila. Descubrí que lo era cuando, en el verano de mis quince años me compré una revista de cine para pasar las horas muertas del largo trayecto en coche hacia un destino que no recuerdo. La revista en cuestión era Fotogramas, una ventada de papel cuché al mundo del cine nacional, internacional, pasado, presente y futuro. De repente sentí un hambre cinematográfico por ver todas esas películas de las que se hablaban en la revista. De ver esas, y todas las que se hubieran rodado antes.
Desde entonces, ir al cine con mis amigos me resultaba aburridísimo: Parque Jurásico, Cheque en blanco, Solo en casa, Solo tú,...
Para apagar mi sed de buenas películas me hice socia de un videoclub, y con la llegada del canal de pago Canal +, acabé por hacer mías muchas de las películas de difícil acceso en aquellos momentos (cabe decir que no pisé Barcelona hasta los 18 años, así que mi cinefilia se limitaba a la programación de los cines de barrio de Badalona y Calella de Mar, en mis estancias estivales).
Con los años, y como pasa en todos los ámbitos de la vida, cuanta más grande es la experiencia más fácil le resulta a uno definirse, posicionarse y adoptar decisiones.
Sigo sin olvidarme que esto es un blog de cine, y como este también es un ámbito de la vida, me posiciono.
Ayer, y después de intentarlo semanas antes (básicamente intentaba que alguno de mis amigos quisiera acompañarme), vi Rebobine, por favor.
Rebobine, por favor, es una película escrita y dirigida por otro grumito, Michel Gondry, que junto con Spike Jonze y Charlie Kaufman, son los nuevos grumitos del cine alternativo a los que soy adicta desde que me enamoraron con sus primeras películas y me volvieron a enamorar con las segundas. Ingeniosos de principio a fin, han sido los principales artífices de que ya no tenga miedo a expresarme por otros medios que no sean la palabra oral (‘Hablar constantemente no significa necesariamente comunicarse’, Olvídate de mí) sin temer por reacciones ajenas.
Rebobine, por favor, es un homenaje al cine, al cine en toda su amplitud, desde el clásico al contemporáneo (especial ilusión me hizo ver entre las películas ‘suecadas’ a mis favoritas Pleasantville y Boogie Nigths).
Aparentemente, quizá cuente con tres detractores dentro de ella misma que hagan disparar las alarmas y los prejuicios de los cinéfilos más exquisitos y conservadores a la hora de ir a verla: un título en español que puede concederle un carácter de comedieta barata; un Jack Black que en bastantes de sus interpretaciones anteriores a rozado el ‘jimcarrianismo’ más desquiciante; y Mos Def, ¿un rapero en una buena película?
Pero, afortunadamente, el film, no es una comedieta barata, Jack Black está tan estupendo como en Alta Fidelidad (de hecho, Jack Black me ha gustado siempre), y Mos Def, hace una interpretación más que correctísima.
En efecto, Michel Gondry, que ya me sorprendió muy gratamente con Human Nature, Olvídate de mí, y la Ciencia del sueño, vuelve a hacerlo con esta película, donde, en menor medida que con la anterior, deja rastro de su primer paso por el mundo del videoclip (genial la recreación de las teclas del piano con las manos de personas blancas y negras).
Rebobine, por favor, es un homenaje al cine, al cine en toda su amplitud, desde el clásico al contemporáneo (especial ilusión me hizo ver entre las películas ‘suecadas’ a mis favoritas Pleasantville y Boogie Nigths).
Aparentemente, quizá cuente con tres detractores dentro de ella misma que hagan disparar las alarmas y los prejuicios de los cinéfilos más exquisitos y conservadores a la hora de ir a verla: un título en español que puede concederle un carácter de comedieta barata; un Jack Black que en bastantes de sus interpretaciones anteriores a rozado el ‘jimcarrianismo’ más desquiciante; y Mos Def, ¿un rapero en una buena película?
Pero, afortunadamente, el film, no es una comedieta barata, Jack Black está tan estupendo como en Alta Fidelidad (de hecho, Jack Black me ha gustado siempre), y Mos Def, hace una interpretación más que correctísima.
En efecto, Michel Gondry, que ya me sorprendió muy gratamente con Human Nature, Olvídate de mí, y la Ciencia del sueño, vuelve a hacerlo con esta película, donde, en menor medida que con la anterior, deja rastro de su primer paso por el mundo del videoclip (genial la recreación de las teclas del piano con las manos de personas blancas y negras).
Lo mejor de Gondry, su mejor arma, es precisamente su imaginación. Y eso es lo que queda plasmado en esta película: un tipo magnetizado que borra accidentalmente todas las películas de un videoclub, y junto con el encargado del establecimiento deciden grabarlas ellos mismos.
Las escenas, los recursos empleados, la película en sí misma, no deja de ser un puro absurdo brillantemente excepcional. Ante la idea que origina la historia y el planteamiento visual de toda ella, uno no puedo más dejarse maravillar por este genio realizador francés que hace el cine que quiere y cómo quiere.
Lo dicho, Rebobine, por favor. Porque una buena dosis de humor siempre viene bien.
3 comentarios:
Felicidades por la incorporacion!!!
No he visto la peli por razones obvias (demasiado alternativa para mi zona...) pero tengo que decir que me ha parecido una muy buena crítica y que yo tambín soy admirador de Gondry. Me encanta su faceta de director de videolips (mi preferido es el de Army of Me, de Björk, puro absurdo) aunque solo he visto una de sus pelis (olvidate de mi) y me encantó. Sus otras pelis me parecen interesantes y las veré tarde o temprano. No se xq "la ciencia del sueño" me llama especialmente la atención...)
Yo tengo que criticar una película que también homenajea al cine... a ver si entre hoy y mañana lo preparo!!!
Un besazo!!!
Mmmm...
No la he visto... primero, porque odio las comedias, segundo, porque odio a Jack Black o Black Jack o como se llame... y tercero, porque antes de ver una peli americana me lo pienso un montón...
pero vaya, no eres la primera persona que (me) la recomienda y quizá la vea :D
Por cierto, te debo un mail (que te escribiré esta noche). Felicidades por tu incorporación a este blog (ahora ya eres doble coautora XD) i ahhhhhhhhhhhhhhhhh
ODIO LOS GRUMITOS DEL COLACAO!
viva el nesquik
y tus amigos no quisieron verla???? si es que!! debes cambiar de amigos!!!
te han dicho alguna vez que deberías dedicarte a escribir ;)
pd. la pillaré en dvd cuando la compremos para la biblio :D
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