Esta pasada semana se celebró el primer aniversario del final de perdidos. Como me tocaba jornada playera no me quedé en vela para ver "en directo" aquel último capítulo, pero sí que lo vi unas horas después de que se emitiera (previa insolación), y justo ayer fui a la playa y pensé dedicarle una pequeña entrada a esta serie que cambió el concepto que teníamos de la ficción televisiva.
Fueron seis temporadas de tensión constante (aunque también podríamos decir que fueron seis semanas, porque yo prefería esperar a tener la temporada entera y devorarla cual buffet libre catódico). Y es que siempre había algo que resolver en el capítulo siguiente. Si empezábamos con un misterio, nunca se llegaba a cerrar sin haber abierto antes varias vías, y así mantenernos enganchados. También es verdad que a veces me aburría un poco, sobretodo en las últimas temporadas, y es que el nivel de misterios crecía de manera tan exponencial que llegaba a aturdir.
En resumen, podría decir que las cuatro primeras temporadas me gustaron mucho, y que a partir de la cuarta empecé a rezar por que se acabara bien… y llegó “ESE” final. Que fue comentado es obvio. Que dejó a la gente un poco fría, también. Pero tengo que destacar que lo peor de todo es que eligieron un camino fácil, y la que podría ser la mejor serie de la historia se quedó un poco “en agua de borrajas” por no arriesgar (o, tal vez, por arriesgar demasiado), por hacernos perder el tiempo durante toda la temporada final para nada. Y es que a los pocos días del final, ya nadie tenia nada que comentar…
Hace un año pues que se terminó la serie. Una lástima por su calidad. Una suerte por lo mal que decidieron cerrarla.
Y ahora, si no os importa, voy a ver “Perdidos en la Ciudad”, uno de los programas que más disfruto últimamente, que para más señas se grabó (una parte) en mi pueblo, Vilanova del Camí.