De un tiempo a esta parte la
industria de la música pop más comercial se ha ido poblando de artistas de
dudosa calidad vocal pero visualmente atractivas por sus indumentarias y
particulares puestas en escena, que han ido consiguiendo legiones y legiones de
fans y una total omnipresencia en las radiofórmulas y pistas de baile de todo
el mundo sin prácticamente esfuerzo. Y es que, pelucas de colores y vestuarios
imposibles son hoy la carta de presentación y billete hacia el éxito de muchas
de las actuales ‘reinas del pop’, como Lady Gaga, Rihanna, Jessie J o Nicki
Minaj.
De entre todo el variopinto
carnaval de cantantes que pululan por ahí, Katy Perry, la chica que lo mismo se
viste de tarta de cumpleaños como que se pone dos molinillos en los pechos y
los hace girar, merece un punto y a parte, no sólo por el fenómeno fan que
arrastra tras de sí, si no por sus logros profesionales, que no son pocos.
Tras hacerse famosísima en el mundo entero con su pelotazo ‘I kissed a girl’, Katy Perry lanzó su segundo disco en el año 2010, ‘Teenage dream’, con el que consiguió lo que nadie había conseguido hasta la fecha: colocar cinco de sus temas en el número 1. Muchos han dicho que canta mal (y culpa tiene la muchacha cuando en una entrega de premios de la MTV nos regaló la peor de sus actuaciones al cantar como una grulla apaleada), y otros como yo, la pusimos en duda como cantante por llamar más la atención con sus disfraces que con sus letras. Sin embargo, muy equivocados estábamos cuando, tan solo prestándole unos pocos minutos, pudimos comprobar que la californiana es una artistaza del pop de aquí a la luna ida y vuelta (probablemente la mejor cantante pop de la actualidad), que se toma muy en serio lo que hace, poniéndole muchas dosis de humor a la vida. Esa es la clave de un éxito que ha atrapado a millones de seguidores de todo el mundo (conocidos como Katy-Cats y que solo en Twitter suman 28 millones), y de todas las edades: jóvenes y no tan jóvenes, e incluso niños atraídos por sus coloridas y fantasiosas puestas en escena.
Para acabar de quemar su ‘Teenage
Dream’ y compensar a esos seguidores que la han llevado hasta lo más alto, la
californiana se embarcó el año pasado en su primera megagira mundial (sin pasar
por España), de la que podemos disfrutar, a modo de documental, con ‘Katy
Perry: part of me’, una película que ella mismo se encargó de producir junto
a MTV films.
‘Katy Perry: part of me’ nos
muestra el lado más íntimo y personal de la cantante, tanto durante la
preparación de la gira como después, así como la relación que mantiene con su
familia (especialmente entrañables resultan los momentos con su abuela), con
sus amigos y con las personas que trabajan con ella, codo a codo, para levantar
cada espectáculo.
El documental se divide en tres
partes bien diferenciadas que podríamos resumir en una primera que narra sus
primeros contactos con la música hasta conseguir su primer contrato con un
sello discográfico; una segunda desde que empieza la gira hasta que contrae
matrimonio con Russell Brand; y una tercera, desde que su matrimonio empieza a
hacer aguas hasta su último concierto en Brasil.
Durante todo este viaje, la Perry
se nos muestra tal y como es, sin artificios ni imposturas. Una cantante cercana,
que ama a sus fans como sus fans la aman a ella, llena de vitalidad, entusiasmo
y 100% pura ambición por llegar a ser la artista que a día de hoy es.
No obstante, a medida que
avanzamos en el documental, uno percibe que tal vez la intención de Katy no era
tanto permitirnos ver ‘entre bambalinas’ como acto de generosidad hacia los que
queremos saber más de ella, si no darnos una explicación sobre el verdadero
motivo de su divorcio con Russell Brand. Y es que es tanta la importancia que
tiene esta historia en la película y marca tanto su descenso emocional (sí,
reconozco que lloré cuando la vi echa un mar de lágrimas, sacando fuerzas de
dónde no las tenía para dar su último y multitudinario concierto), que todo
parece estar ideado para dejarnos claro que él y solo él es el culpable de la
ruptura.
‘Katy Perry: part of me’ es
una película muy recomendable para todos sus incondicionales y para aquellas
personas que alguna vez se han sentido atraídas por su música, pero no se han
atrevido a confesar su ‘perrysmo’ por una simple cuestión de prejuicios.
¡Katy Perry es puro buen rollismo y por eso nos gusta!
Puntuación El Rotoscopio: 4/5
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