lunes, 16 de abril de 2012

Boogie Nights: o el tamaño sí que importa


En el año 1997 Paul Thomas Anderson dirigió a un plantel estelar de estrellas en su particular homenaje a la industria del cine porno de finales de los 70 – principios de los 80, en una película que funciona como una muñeca rusa, con diferentes personajes que van desarrollándose y unos giros de guión que la convierten desde una comedia, a un drama, una cinta de acción o lo que se requiera en cada momento.

Antes que nada tengo que decir que la película es larga (más de dos horas y media) y eso la hace un poco pesada. Además, al ir cambiando de género, puede ser que haya partes que te parezcan más brillantes (para mi el inicio y la decadencia de los protagonistas) y otras más flojas (el desarrollo de la fama y el final). Aún así es una muy buena película.

La extraña familia

Protagonizada por Mark Wahlberg, vamos viendo como gracias a su “instrumento” entra a formar parte del mundillo del porno de la mano de Burt Reynolds (su descubridor y director) y Julianne Moore (una actriz porno que hace las funciones de madre y consejera). Junto a estos dos personajes y otros acompañantes del mundillo (John C. Reilly, Heather Graham, Don Cheadle, Philip Seymour Hoffman,...) vamos viendo como a partir del personajes principal se empiezan a desarrollar una serie de historias que navegan entre los mares de la abundancia y las fiestas en las piscinas con chicas y cocaína a los dramas personales y el rechazo por parte de la sociedad.

Si tenéis tiempo para verla, os la recomiendo, ya que en ciertos momentos recuerdan a Quentin Tarantino (y eso es casi siempre una buena señal).

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